“La obra poética de Roberto Alberty nos revela esa añoranza de algunos pintores, la conversión de las sugerencias de la línea y el color en palabra. No se trata de un fracaso sino de un cambio de estrategia: ahí donde el color y la línea evidencian en el presente, la palabra resulta evocativa. Los poemas de Alberty son una búsqueda en la memoria. A pesar de sus vínculos con el surrealismo, la sensibilidad de Alberty siempre preferiría los fantasmas del pasado a lo fantasmagórico de la imaginación. Y esos fantasmas son tiernos, familiares, luminosos; el susto se lo devolvemos a Bretón ya envuelto en cierta ironía callejera del poeta.”

Edgardo Rodríguez Juliá

Roberto Alberty (Boquio), pintor y poeta puertorriqueño, nació en Carolina, el 24 de enero de 1930 y murió en Río Piedras, el 10 de septiembre de 1985. En su pueblo natal hizo sus estudios hasta la escuela superior. Iniciándose la década del cincuenta, fue, lamentablemente, como muchos puertorriqueños, a la Guerra de Corea. También estuvo en el Japón cuya cultura dejaría profunda huella en su expresión. A su regreso, estudió, afortunadamente, en la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras. Allí fue discípulo de Osiris Delgado y Cristóbal Ruiz; y conoció el surrealismo a través del profesor-artista, Eugenio Fernández Granell. En 1957, junto a sus compañeros de búsqueda artística (Frances del Valle, E. J. Ruiz de la Mata, José María Lima y otros) fundó la galería-taller, El mirador azul. Por esos años también se casó, y le nació su hijo. Poco después se divorció. En la década del sesenta estuvo en Nueva York. Allí se casó por segunda vez y también se divorció. En 1967 obtuvo la Beca Guggenheim. Viajó por Europa. En su escrito de la exposición de 1973 declaró que había dejado de hacer pintura tradicional y trabajaba en la composición de cuadros. Desde sus inicios en el arte, su trayectoria se caracterizó por la constante búsqueda y expresión personal al margen y a través de diferentes rúbricas estéticas (surrealismo, arte pop, abstraccionismo, arte conceptual, primitivismo, minimalismo...). A lo largo del camino mantuvo siempre una relación poética con sus motivos de inspiración (la imagen como intuición del mundo). Acaso por lo mismo, su expresión también se volcó hacia la poesía. En 1986, se publicó, póstumamente, su libro, Canciones de un febrero (N. Y. 1965). Para muchos, su figura única es casi ¿o ya? una leyenda en la que se juntan el arte y la vida. Sobre el mal o el bien de ese cruce de caminos todavía meditamos. Carlos R. Alberty Fragoso (1957) completó su doctorado en 1988 en la Universidad de Massachusetts, en Amherst, con una tesis sobre el poeta puertorriqueño, Francisco Matos Paoli. Desde 1989 es profesor en el Departamento de Español de la Facultad de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Es coeditor de Las lecturas del taller (1991), Antología de textos literarios (1994) y autor de Meditaciones (2000, poesía); publicaciones con el sello de la editorial de la U. P. R.