“Con forma y estilo huidizos, oscilando entre lo barroco, lo popular y lo poético, es sorprendente cómo el texto puede anclar, por medio de este lenguaje resbaladizo, una lectura coherente.”
María Mercedes Grau, Diálogo
“Esa sensación del exceso de vida y de literatura, que desemboca en el vacío, ese afán por llenar, por amueblar los espacios del texto literario, esa sensación del agotamiento extremo, tan afín a la sensibilidad barroca y en cierto modo a la sensibilidad modernista, nos deja –por lo menos me deja a mí– con una pregunta que habrá de reiterar con más pausa y más, mucho más detenimiento: las afinidades del barroco y el modernismo hispanoamericano y su enlace, o mejor, su descenlace en el barroco caribeño. No es poco que un texto literario actual suscite inquietutes y preguntas de este calibre y envergadura.”
Arturo Echavarría, Universidad de Puerto Rico
Los verdaderos protagonistas de esta historia no son los frívolos jóvenes que la animan con sus bebelatas, bailaderas y amoríos sino el pulso de un equívoco lenguaje que oscila lúdicamente entre el estro literario y la cultura de masas. Los díscolos personajes de La estación florida constituyen una galería de voces contrapunteadas, disonantes y paródicas en cuyo flujo perpetuo reside el presentimiento de que la obra pretende inscribirse en toda una literatura de universal resonancia sin renunciar por lo mismo a su esencia caribeña.
Jorge Luis Castillo (La Habana, Cuba, 1960). Realizó estudios de Bachillerato en el Departamento de Estudios Hispánicos del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. Obtuvo su maestría de la Universidad de Texas en Austín y su doctorado de la Universidad de Harvard. Actualmente trabaja como profesor de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de California en Santa Bárbara. Ha publicado ensayos, cuentos y poemas en una variedad de revistas (algunas profesionales y artesanales). Tiene en prensa un caudaloso libro sobre el lenguaje y la poesía de Julio Herrera y Reissing. Hombre tímido, benévolo y de escasos enemigos, vive, sin vivir consigo, con una esposa legítima, un vástago atrabiliario y una gata remolona. Morirá desconocido.